jueves, 26 de noviembre de 2009

La doble vida de Arsenio Lupin.


Sin duda, 813 es la novela en la que Arsenio Lupin alcanza una complejidad y riqueza que lo convierten en personaje literario de primera magnitud, desbordando los moldes que hasta su aparición habían tenido los grandes protagonistas del género. Lupin es falsamente acusado de los que parece un asesinato perfecto, que en cualquier caso va más allá de la capacidad de la policía, y el únco modo que tendrá de demostrar su inocencia será poniéndose él mismo al frente de la investigación. 813, es considerada por muchos como la mejor novela de Maurice Leblanc

Editorial Edhasa

Leer  813  http://www.scribd.com/813/d/4682107


En este enlace puedes leer la continuacion de 813

http://www.scribd.com/doc/1292203/Los-Tres-Crimenes-De-Arsenio-Lupin

¡Feliz lectura!

domingo, 22 de noviembre de 2009

Arsene Lupin -pelicula-

Arsene es el hijo de un ladrón que aparece asesinado cuando es pequeño, de él hereda la pasión por los robos. Trás los éxitos iniciales conoce a la Condesa de Cagliostro de la que queda prendado y a la que se une para buscar el Tesoro de los Reyes de Francia, que ansían tanto la condesa como sus enemigos. Pero enseguida nos damos cuenta de que Arsene y la condesa no comparten los mismos valores, la joven está dispuesta a todo para alcanzar sus objetivos y Arséne, sin embargo, se niega a llegar hasta el asesinato. A la pasión amorosa del principio le seguirá un duelo sin cuartel que les llevará desde los acantilados normandos a las catacumbas de París.


Arsène Lupin dirigida por Jean-Paul Salomé y protagonizada por Romain Duris, Kristin Scott Thomas, Pascal Greggory, Eva Green, Robin Renucci.

ver pelicula Arsene Lupin;
http://www.dospuntocerovision.com/2009/07/arsene-lupin.html




Lo esencial es triunfar y yo triunfaré sin duda. Ninguna adivina dejó de predecirme un gran porvenir y una reputación universal. Raúl d’Andrésy será general o ministro o embajador… a menos que lo sea Arsenio Lupin. Es algo pactado con el destino, firmado de una y otra parte. Estoy preparado: músculos de acero y mente privilegiada. Oye, ¿quieres que camine sobre las manos o que te lleve en la punta de los dedos? ¿O bien que te recite de memoria Homero en griego y Milton en inglés? ¡Oh, es tan hermosa la vida! Raúl d’Andrésy… Arsenio Lupin… ¡Las dos caras de la moneda! ¿A cuál de ellas iluminará la gloria, sol de los mortales!

Puedes leer en idoma frances esta aventura:

http://www.scribd.com/full/2077809?access_key=key-vorvf1ixpm3dk0qhthw


Saber más sobre el apellido Cagliostro:
http://www.scribd.com/doc/4082575/CAGLIOSTRO

viernes, 20 de marzo de 2009

La aguja hueca.



—¡El señor Isidoro Beautrelet! —exclamó el señor Filleul con aire de sentirse encantado y tendiéndole las manos al recién llegado—. ¡Qué magnífica sorpresa! ¡Nuestro excelente detective aficionado aquí... y a nuestra disposición!... ¡Ésta es una gran suerte! Señor inspector, permítame que le presente al señor Beautrelet, alumno de retórica del Instituto Janson.

Ganimard parecía un tanto desconcertado. Isidoro lo saludó en voz muy baja, como a un colega cuyo valor se aprecia, y luego, volviéndose hacia el señor Filleul, dijo:
—¿Parece, señor juez de instrucción, que ha recibido usted buenos informes sobre mí?
—Muy buenos. En primer lugar, usted estaba, en efecto, en Veules-les-Roses en el momento en que la señorita de Saint-Verán creyó haberlo visto en el camino hondo. Nosotros averiguaremos, no lo dudo, la identidad de su sosias. En segundo lugar, usted es efectivamente Isidoro Beautrelet, alumno de retórica, y hasta un excelente alumno, de conducta ejemplar. Como el padre de usted vive en provincias, usted sale una vez por mes a casa del corresponsal de aquél, señor Bernod, quien no oculta sus elogios hacia usted.
—De modo que...
—De modo que está usted libre.
—¿Absolutamente libre?
—Absolutamente. ¡Ah!, sin embargo, pongo una pequeñísima condición. Usted comprende que yo no puedo poner en libertad a un señor que administra narcóticos, que se evade por las ventanas y al que luego detienen en flagrante delito de vagabundeo dentro de propiedades privadas, sin que a cambio de esta libertad yo obtenga una compensación.

—Yo espero lo que usted diga.
—Pues bien: nosotros vamos a reanudar nuestra interrumpida conversación, y usted va a decirme adonde ha llegado en sus investigaciones... En dos días que lleva gozando de libertad, usted debe de haber llegado muy lejos en ellas.
Ganimard se disponía a marcharse con un afectado desdén hacia aquella escena, pero el juez le dijo:
—No, no, señor inspector, su lugar está aquí... Yo le aseguro que al señor Isidoro Beautrelet vale la pena que se le escuche. Según mis informes, el señor Beautrelet se ha creado en el instituto Janson-de-Sailly una fama de observador al cual nada puede pasarle inadvertido, y, según me han dicho, sus condiscípulos le consideran como el emulo de usted, como el rival de Herlock Sholmes.
—¡De veras! —exclamó Ganimard con ironía.
—Exactamente. Uno de esos condiscípulos me ha escrito diciendo:
«Si Beautrelet declara que sabe, es preciso creerlo, y lo que él diga no dude que será la expresión exacta de la verdad.»


Leer La aguja hueca. http://www.scribd.com/doc/3894057/La-Aguja-Hueca

 

sábado, 14 de marzo de 2009

La condesa Cagliostro.


Lo esencial es triunfar y yo triunfaré sin duda. Ninguna adivina dejó de predecirme un gran porvenir y una reputación universal. Raúl d’Andrésy será general o ministro o embajador… a menos que lo sea Arsenio Lupin. Es algo pactado con el destino, firmado de una y otra parte. Estoy preparado: músculos de acero y mente privilegiada. Oye, ¿quieres que camine sobre las manos o que te lleve en la punta de los dedos? ¿O bien que te recite de memoria Homero en griego y Milton en inglés? ¡Oh, es tan hermosa la vida! Raúl d’Andrésy… Arsenio Lupin… ¡Las dos caras de la moneda! ¿A cuál de ellas iluminará la gloria, sol de los mortales!

Puedes leer en idoma frances esta aventura:

http://www.scribd.com/full/2077809?access_key=key-vorvf1ixpm3dk0qhthw


Saber más sobre el apellido Cagliostro:
http://www.scribd.com/doc/4082575/CAGLIOSTRO

jueves, 12 de marzo de 2009

El tapón de cristal.




Sólo una cosa desconcertaba a Prasville. El rostro del señor Nicole, su apariencia, no tenía la más pequeña relación, por lejana que fuese, con las fotografías que Prasville conocía de Lupin. Era un hombre completamente nuevo, de otra estatura, de otra corpulencia, con un corte de cara, una forma de boca, una expresión de la mirada, una tez, unos cabellos absolutamente diferentes de todas las indicaciones formuladas acerca de las señas del aventurero. ¿Pero no sabía Prasville que toda la fuerza de Lupin residía precisamente en su prodigiosa capacidad de transformación? No cabía duda alguna.

A toda prisa Prasville salió de su despacho. Se encontró con un cabo de la Seguridad y le dijo febrilmente: —¿Llega usted ahora? —Sí, señor secretario general.
—¿No se ha cruzado usted con un señor y una señora?
—Sí, en el patio, hace unos minutos.
—¿Reconocería usted a ese individuo?
—Creo que sí.
—Entonces, cabo, no hay un minuto que perder... Llévese con usted seis inspectores. Nos veremos en la plaza de Clichy. Haga una investigación sobre el señor Nicole y vigile la casa. El señor Nicole tiene que volver allí.
—¿Y si no vuelve, señor secretario general?
—Deténgalo. Aquí tiene una orden.
Volvió a su despacho, se sentó, y en una hoja especial escribió un nombre.
El cabo parecía alelado.
—Pero el señor secretario general me ha hablado de un tal señor Nicole.
—¿Y qué?
—La orden lleva el nombre de Arsenio Lupin.
—Arsenio Lupin y el señor Nicole no son más que un solo y mismo personaje.

lunes, 23 de febrero de 2009

¡Vaya socarronería!



- ¡Vaya! Ya está... ¡Y qué fácil! Yo me pregunto por qué no escoge todo el mundo el cómodo y oficio de ladrón. Con un poco de habilidad y de reflexión, nada resulta más encantador. Un oficio descansado..., un oficio de padre de familia... Incluso es demasiado cómodo.... hasta resulta fastidioso.

viernes, 30 de enero de 2009

Primer encuentro contra Sherlock Holmes


Herlock Sholmes llega demasiado tarde.


Eduardo puso en marcha el vehículo y arrancaron. Los campos y los bloques de árboles desfilaron en el paisaje. Las blandas ondulaciones de la tierra de Caux parecían allanarse delante de ellos. De pronto, los ojos de Devanne fueron atraídos por un pequeño paquete colocado en una de las bolsas instaladas en la limusina.
- ¡Caramba! ¿Qué es esto? ¡Un paquete! ¿Qué significa? Pero si es para usted...
- ¿Para mí? ...
- Sí, lea:
Míster Herlock Sholmes, de parte de Arsenio Lupin.
El inglés tomó el paquete, desató la cuerda con que estaba sujeto y le quitó las dos hojas de papel en que estaba envuelto. Era un reloj.
- ¡Oh! -dijo, acompañando esa exclamación con un gesto de cólera...
- ¡Un reloj! -dijo Devanne-. ¿Es que acaso...?
El inglés no respondió.
- Pero ¡si es el reloj de usted! ¡Arsenio Lupin os devuelve vuestro reloj! Pero si os lo manda es porque os lo había quitado... ¡Os había quitado vuestro reloj! ¡Ah! ¡Qué jugada! El reloj de Herlock Sholmes escamoteado por Arsenio Lupin. ¡Dios! ¡Qué gracia tiene! No, en verdad..., me perdonará usted..., pero esto es más fuerte que yo mismo...
Y cuando ya rió bastante, afirmó con un tono de convencimiento:
- ¡Oh! Es un hombre, todo un hombre, en efecto...
El inglés se mantuvo silencioso. Hasta Dieppe no pronunció ni una sola palabra. Iba con los ojos constantemente puestos en el horizonte huidizo. Su silencio fue terrible, insondable, más violento que la rabia más feroz. En el desembarcadero dijo simplemente, ahora ya sin cólera, pero con un tono en el que se percibía toda la voluntad, toda la energía del personaje:
- Sí, es todo un hombre, y un hombre sobre el hombro del cual yo experimentaría un gran placer en colocar la mano que le tiendo a usted, señor Devanne. Y tengo la idea, vea usted, de que Arsenio Lupin y Herlock Sholmes se encontrarán de nuevo un día u otro... Sí, el mundo es demasiado pequeño para que ellos no vuelvan a encontrarse..., y ese día...

sábado, 24 de enero de 2009

Dentro del linaje: Desprecio a las personas que roban a los pobres.


Yves Beaupain Un ladrón sospechoso de 600 robos escribe una guía sobre casas interesantes
Un ladrón belga sospechoso de 583 robos en castillos, casas señoriales y mansiones, Yves Beaupain, está escribiendo una guía que recoge las 501 casas más “interesantes” desde su punto de vista, informa hoy el diario “La Dernière Heure”.
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El ladrón, que ha sido procesado judicialmente por setenta robos y encontrado culpable por 44, siempre se refiere a sus robos como “pequeñas visitas”, por lo que el título de su obra, “Le guide des 501 adresses à visiter en Belgique” (El guía de las 501 direcciones que vale la pena visitar en Bélgica), tiene un obvio doble sentido.
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Beaupain, apodado el Arsenio Lupin belga por los periodistas -en recuerdo del ladrón de guante blanco que aparece en las novelas de detectives del escritor francés Maurice Leblanc- hurtaba sobre todo objetos de arte, como pinturas y tapices.
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La policía belga sospecha que Beaupain planeó el año pasado una “visita” a la propiedad del hermano del rey Alberto, Alejandro de Bélgica, y que asaltó un banco en 1995 con tres cómplices. “¿Un atraco con cuatro personas? Si yo lo hubiera hecho, lo hubiera hecho solo, con cuatro hay que compartir y ni siquiera te sobra suficiente para pagar tu abogado”, ha afirmado el ladrón de lujo a este respeto al diario.
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El Arsenio Lupin belga, que ha declarado querer dejar su hobby, siempre ha limitado sus visitas a lugares acomodados: “se trataba de gente adinerada, desprecio a las personas que roban a los pobres”.

viernes, 23 de enero de 2009

813.


Leer 813

En el mundo entero se produjo una explosión de risa. Ciertamente, la captura de Arsenio Lupin provocó gran sensación, y el público no le regateó a la Policía los elogios que ésta merecía por esa revancha tan largo tiempo esperada y tan plenamente obtenida. El gran aventurero había sido apresado. El héroe extraordinario, genial e invisible, languidecía como los demás presos entre las cuatro paredes de una celda de la prisión de la Santé, aplastado a su vez por esa potencia formidable que se llama Justicia, y que, pronto o tarde, fatalmente, derriba los obstáculos que se le interponen y destruye la obra de sus adversarios.
Y todo eso fue dicho, impreso, repetido, comentado y remachado. El prefecto de Policía recibió la condecoración de la Cruz de Comendador, y el señor Weber, la Cruz de Caballero. Se exaltó la habilidad y el valor de sus modestos colaboradores. Se aplaudió. Se cantó victoria. Se escribieron artículos y se pronunciaron discursos.
Sea. Pero, no obstante, hubo algo que dominaba ese maravilloso concierto de elogios, esa alegría trepidante, y fue una risa loca, enorme, espontánea, inextinguible y tumultuosa.¡Arsenio Lupin, desde hacía cuatro años, era el jefe de la Seguridad!Y lo era desde hacía cuatro años. Lo era en la realidad, legalmente, con todos los derechos que ese título confiere, y con la estima de sus jefes, el favor del Gobierno y la admiración de todo el mundo.
Desde hacía cuatro años, la tranquilidad de los ciudadanos y la defensa de la propiedad habían estado confiados a Arsenio Lupin. Éste velaba por el cumplimiento de la ley. Protegía al inocente y perseguía al culpable.
¡Y qué servicios había prestado! Jamás el orden se había visto menos turbado, ni nunca el crimen había sido descubierto con mayor seguridad y más rapidez. Recuérdese, si no, el asunto Denizou, el robo del Banco Crédit Lyonnais, el ataque al rápido de Orleáns, el asesinato del barón Dorf... O sea, otros tantos triunfos imprevistos y fulminantes como el rayo y otras tantas proezas que podrían compararse con las más célebres victorias de los más ilustres policías.
En otra época, en uno de sus discursos con motivo del incendio del Louvre y la captura de los culpables, el presidente del Consejo, Valonglay, para defender la forma un poco arbitraria en que el señor Lenormand había procedido, exclamó:
—Por su clarividencia, por su energía, por sus cualidades de decisión y de ejecución, por sus procedimientos inesperados, por sus recursos inagotables, el señor Lenormand nos recuerda al único hombre que, si hubiera vivido todavía, le hubiese podido hacer frente, es decir, Arsenio Lupin. El señor Lenormand es un Arsenio Lupin al servicio de la sociedad.
Y he aquí que, en realidad, el señor Lenormand no era otro sino el propio Arsenio Lupin.El que fuese un príncipe ruso importaba poco. Lupin estaba acostumbrado a esas metamorfosis. Pero ¡que fuese jefe de Seguridad! ¡Qué encantadora ironía! ¡Qué fantasía en la conducción de esta vida extraordinaria entre las más extraordinarias!
¡El señor Lenormand! ¡Arsenio Lupin!¡Qué gran comedia! ¡Qué admirable bluff!. ¡Qué farsa monumental y reconfortante en nuestra época de abulia. A pesar de estar prisionero, a pesar de estar vencido irremediablemente, Lupin, no obstante, era el gran vencedor. Desde su celda irradiaba su personalidad sobre París. Ahora más que nunca era el ídolo, más que nunca el amo y señor.

viernes, 16 de enero de 2009

El detective ingles contra el ladrón frances.

http: Arsenio-Lupin-contra-Herlock-Sholmes "Arsenio Lupin contra Herlock Sholmes" Arthur Conan Doyle se opuso a que mencionase a su personaje.

-Lo que no pueden las circunstancias ni las suertes adversas, lo podrán la voluntad y la obstinación de un hombre, señor Lupin.
-Si la voluntad y la obstinación de otro hombre no oponen a ese designio un obstáculo invencible, señor Sholmes.
-No hay obstáculo invencible, señor Lupin.
La mirada que cruzaron fue profunda; sin provocación de una parte ni de otra, sino tranquila y animosa. Era el batir de dos espadachines que empuñan el acero. Sonaba claro y franco.
-¡Estupendo! -exclamó Lupin-. ¡Ya es algo!
-¿No tiene usted miedo? -preguntó. Watson
-Casi, señor Watson, y la prueba -dijo Lupin, levantándose de su asiento- es que voy a apresurarme a preparar mi retirada..., sin lo cual estoy en peligro de caer en la trampa. Así pues, quedamos dentro de diez días, ¿no, señor Sholmes?
-Diez días. Estamos a domingo. Ocho después del miércoles, y todo habrá terminado.
-¿Y estaré tras los barrotes?
-Sin el menor género de duda.
-¡Caray! Yo, que me solazaba con mi vida tranquila... Ninguna preocupación, unos pequeños negocios, la Policía al diablo y la reconfortante sensación de la universal simpatía que me rodea... ¡Y va a ser preciso cambiarlo todo! En fin, es el reverso de la medalla... Después de la calma, la tempestad... Ahora ya no hay que reírse. ¡Adiós!
-Dése prisa –exclamó Watson, lleno de solicitud
-Ni un minuto, señor Watson; solamente el tiempo de decirle lo feliz que me siento de haberlo conocido, y cuánto envidio al maestro por tener un colaborador tan valioso como usted.
Se saludaron cortésmente, como hacen en el terreno del honor dos adversarios a los que no separa odio alguno, pero que el destino obliga a batirse sin merced. Y Lupin, cogiéndome del brazo, me arrastró afuera.
-¿Qué dice usted a esto, querido? He aquí una comida cuyos incidentes harán buen efecto en las memorias que usted prepara sobre mí.
Cerró la puerta del restaurante y, deteniéndose a unos pasos, preguntó:
-¿Fuma usted?
-No, ni usted tampoco", me parece.
-Yo tampoco.
Encendió un cigarrillo con un fósforo de Bengala que agitó varias veces para apagarlo.
Pero, tan pronto como tiró el cigarro, atravesó corriendo la calzada y se unió a dos hombres que acababan de surgir de la sombra, como llamados por una señal. Se entretuvo unos instantes con ellos en la acera de enfrente y luego volvió a mi lado.
-Le ruego que me perdone. Ese diablo de Sholmes va a darme mucho que hacer. Pero le aseguro que no ha terminado todavía con Lupin... ¡Ah, ya verá el inglés de qué madera estoy hecho!... Hasta la vista... El inefable Watson tiene razón. No tengo ni un minuto que perder.
Se alejó a buen paso.
Así terminó aquella extraña velada o, por lo menos, parte de aquella velada en la que me vi mezclado. Porque durante las horas que siguieron sucedieron muchos otros acontecimientos que las confidencias de los demás participantes de esta comida me han permitido, afortunadamente, reconstruir en todos sus detalles.

En el mismo instante en que me dejaba Lupin, Herlock Sholmes sacaba el reloj y se levantaba de su asiento.
-Las nueve menos veinte. A las nueve debo encontrarme en la estación con los condes de Crozon.
-¡En marcha! -exclamó Watson, después de haberse bebido de un trago dos vasos de whisky seguidos.
Salieron.
-Watson, no vuelva la cabeza... Quizá nos sigan; en tal caso, actuemos como si eso no nos importara... Dígame, Watson, ¿por qué se encontraba Lupin en ese restaurante? Déme su opinión.
-Para comer.
- cuanto más trabajamos juntos más cuenta me doy de la continuidad de sus progresos. Palabra que cada vez se hace más asombroso.
En la sombra, Watson se ruborizó de placer, y Holmes continuó:
-Para comer, exacto, y además para asegurarse si voy a Crozon efectivamente, como anuncia Ganimard en su entrevista. Voy allá, pues, a fin de no contrariarlo. Pero como se trata de ganarle tiempo, no voy... Usted, amigo mío, siga por esta calle, tome un coche, dos, tres coches. Regrese más tarde a buscar las maletas que hemos dejado en consigna, y al galope al Elysée-Palace.
-¿Al Elysée-Palace?

Un sola voluntad... la de Lupin.




- Si esas constituyen todas sus pruebas...


- Me queda todavía esta. Después del crimen, tú te marchaste por el mismo camino. Pero cuando te encontrabas en medio del gabinete de los vestidos, te sentiste asaltado por el miedo y debiste de apoyarte sobre la pared para conservar el equilibrio.


- ¿Cómo lo sabe usted? - tartamudeo. Nadie puede saber eso.


- La justicia no; no podía ocurrírsele a ninguno de esos señores del ministerio fiscal el encender una lámpara y examinar las paredes. Pero si lo hubieran hecho, habrían visto sobre la pintura blanca una marca roja muy ligera, pero, sin embargo, lo bastante clara para que en ella esté registrada la huella de la cara anterior de tu dedo pulgar.... de tu dedo pulgar, completamente húmedo de sangre y que tú apoyaste contra la pared. Y tú no ignoras que en antropometría eso constituye uno de los principales medios de identificación.


Víctor Danégre estaba desencajado. Gotas de sudor corrían de su frente. Con los ojos de un hombre enloquecido observaba a aquel extraño que evocaba su crimen lo mismo que si hubiera sido un testigo invisible de aquel. Agachó la cabeza, vencido, impotente. Desde hacía meses luchaba contra todo el mundo. Pero contra este hombre que se hallaba frente a él sentía la impresión que nada podría hacer.


- Si yo le entrego la perla - balbució, ¿cuánto me dará usted?


- Nada.


- ¡Cómo! ¡Usted se burla! ¿Yo voy a darle una cosa que vale miles, centenas de miles, sin recibir nada a cambio? - Sí, recibirás una cosa: la vida. El miserable tembló. Y Grimaudan añadió con un tono casi dulce: - Veamos, Danégre; esa perla no tiene ningún valor para ti. Te es imposible venderla. Entonces, ¿de qué te servirá el conservarla?


- Hay siempre encubridores..., y un día u otro, a no importa qué precio...


- Un día u otro ya será demasiado tarde.


- ¿Por qué? - ¿Por qué? Pues porque la justicia te habrá echado la mano, y esta vez, con las pruebas que yo le proporcionaré, el cuchillo, la llave, la huella de tu pulgar, estás hundido, amigo mío.


Víctor se apretó la cabeza entre las manos y reflexionó. Se sentía perdido, irremediablemente perdido, y al propio tiempo, le invadía un gran cansancio, una inmensa necesidad de reposo y de abandono. Murmuró:


- ¿Cuándo la necesita usted?


Esta noche, antes de una hora.

miércoles, 14 de enero de 2009

¡ El cielo es ser niño y leer a Maurice Leblanc!

¡Arsenio Lupin! Aquí mi homenaje al famoso ladrón, en su centenario. Publicado en El Periódico: http://www.elperiodico.com.gt/es/20050710/14/17836/


Cien años han pasado desde que Maurice Leblanc publicó la primera historia de Arsenio Lupin (El arresto de Arsenio Lupin) en la edición del 6 de julio de la revista Je sais tout. No contento con hurtar la atención del pueblo francés durante las cuatro décadas siguientes –hasta la muerte de Leblanc, en 1941– Lupin siguió haciendo de las suyas (hasta el punto de que cinco novelas de Lupin aparecieron después de la muerte del mismo Leblanc, no póstumas: escritas por alguien más).


Arsenio Lupin es un auténtico mito francés, no menos concreto que la Bovary, Rastignac, o Julián Sorel.Por fortuna, la longevidad del mito asegura de alguna forma la longevidad del autor. Maurice Leblanc es considerado con respeto hoy en día. No solamente como un escritor popular de cuidado, sino a menudo es respetado como un escritor culto, de prosa estupenda, y de una imaginación desbordante.

Los relatos de Arsenio Lupin nos hacen soñar. ¿Quién no quiere ser Arsenio Lupin, en verdad? Solamente los mojigatos. Lupin es un arquetipo, un ideal próspero de la personalidad. Culto, libre, sentimental. ¿Son rasgos de Leblanc? Los comprendió al menos –eso ninguna duda– y los explotó literariamente con una precisión psicológica incomparable. Maestro del tour de force policíaco, sus tramas no envejecen hasta la fecha, y tampoco su estilo.

Entre leer una novela de Leblanc y un capítulo de CSI –dirigido por Tarantino y todo– optamos por lo primero, o somos unos ineptos.Et oui. Leblanc (cuñado por cierto del Premio Nóbel Maurice Maeterlinck) reside en ese raro limbo reside dónde lo culto y lo popular se encuentran, dónde las aguas dulces y saladas confluyen, se reconcilian, se funden. Es un talento encomiable, el suyo. Dan ganas de saber más acerca de este maravilloso autor, este raro espécimen francés.La existencia de Leblanc fue más bien tranquila, más bien discreta, no se parece mayormente a la de su héroe. Es cierto que los dos alcanzaron la popularidad: ambas famas son producto de una estrecha colaboración, de hecho: una colaboración más bien parasitaria. Cuando Leblanc quiso escribir libros más allá de la serie Lupin, éste lo obligó a volver su vista sobre él, como un hipnotista, dictándole nuevas aventuras (“Soy su sombra”, diría Leblanc).

Cuando Lupin quiso vivir en paz su fortuna, nuevas episodios le fueron impuestos por Leblanc, acaso en tono de venganza.Leblanc, de cuna burguesa, nació en Rouen (1864–1941), compartiendo su sitio de origen con Flaubert, nada menos, y también normando como Maupassant. Esto es de suma importancia. Leblanc es un escritor de provincias, pero goza del ejemplo de estos dos titanes: sueña.Esta geografía normanda habría dejar su huella en Leblanc, y en sus libros.
En ese sentido Leblanc no puede ser sino un autor francés. Hoy el interesado podrá visitar su residencia de Etretat –el clos Lupin– que se ha convertido en museo.Siendo joven, sin embargo, Leblanc tuvo cierta prisa por salir de Rouen –alejarse del negocio familiar: construcción de navíos– y dirigirse a Paris, en busca de gloria literaria. Ésta habría de llegarle en forma de encargo, varios años después. En efecto, al momento de publicar El arresto de Arsenio Lupin, Leblanc tenía cuarenta años (para entonces, ya había escrito varias cosas, y se había convertido en un periodista “muy parisino”). Luego la Legión de Honor, y todo el resto.

Para Leblanc El arresto de Arsenio Lupin no era más que eso: un encargo. Pero su editor, Pierre Laffite, lo incitó a seguir las aventuras de este héroe destinado a rivalizar con el mismo Sherlock Holmes (a quién Leblanc introdujo en sus libros con el nombre de Herlock Sholmès, cambiándole el nombre por razones de autoría). Había algo de profundamente moderno en este folletín que hizo que les gustara a las masas, que querían ser absolutamente modernas.

Lupin es un producto de la belle époque, aunque terminó dejándola atrás, como a otras bellas damas. Ésta dama en particular envejeció sin gracia: no tenía los secretos de la Cagliostro. Una treintena de libros de la serie Lupin se apilaron en la bibliografía de Leblanc, dejando constancia de una inventiva inacabable, que siempre desafió el hastío y la repetición, sin perder por ello su identidad. Pero Leblanc –es sabido– sufrió las consecuencias. Nos dice Juan José Millás en un apéndice que hizo a El tapón de cristal: “Las relaciones entre un autor y sus personajes son siempre complicadas, pero pueden alcanzar grados de locura cuando se sospecha que tal o cual personaje va a desangrarnos en beneficio propio.

”Todos esos libros de Leblanc son prueba de una gran musicalidad, y el resultado de una labor literaria en el sentido más entregado de la palabra. Fue un escritor muy cuidadoso. Por otra parte, es de sospechar que la prisa y la exigencia de una literatura hecha por encargo habrían de darle, al parecer, una cierta fluidez, un sentido de la fuga, un ritmo veloz, consecutivo, mordedor, más incauto.

Es un gusto leer los libros de Leblanc, por supuesto. Leblanc concita juegos muy interesantes con el narrador, juegos claves para construir la expectación del relato. Se trata de estrategias narrativas muy novedosas para su época.Es por eso –por el brillante genio de Leblanc, y su incisivo humor– que Arsenio Lupin compite sin problemas con sus adversarios literarios y compatriotas más renombrados: el deductivo Rouletabille de Gaston Leroux (Leblanc tuvo el genio de colocarlo veladamente en su novela L´aiguille creuse, bajo el nombre de Isidore Beautrelet); o el famoso Maigret de Simenon.

Y sin embargo, no es fácil identificarse con el rostro de Lupin –porque justamente no tiene rostro. Leblanc se cuidó mucho de no darle ningún cariz definitivo, de no fundirlo en ninguna descripción. De Leblanc conservamos varias fotos, en dónde aparece con grandes bigotes espesos. A pesar de esto, sentimos más cercana la presencia de Lupin que la del mismo Leblanc. En la guerra Leblanc vs. Lupin, éste sale ganando.

Leblanc intentó escribir cosas más allá de la serie Lupin: nunca lograron trascender.Lupin, en cambio, está muy bien conservado: es una Auténtica Honra Francesa, un Verdadero Tesoro Francófono, un 100% Vive La France Forever. Durante la primera guerra mundial, el personaje incluso se volvió medio patriota, dejando de lado sus orígenes anarquistas (como lo haría el mismo Leblanc, quién ha sido llamado “anarquista de poltrona”). No era para menos: después de todo, Francia nos ha dado el ladrón más chocante de todos: François Villon.

Las aventuras de Lupin transcurren en sitios perfectamente franceses, se trate de la provincia (el país de Caux) o de la ciudad. La famosa Aiguille Creuse en verdad existe, en Normandía, aún si no está hueca por dentro.Y ciertamente, no es el norteamericano Robert Langdon –el ya célebre personaje de El Código Da Vinci– el primer policía de antiguos secretos enterrados. Muchas décadas antes, Leblanc había establecido las leyes de este juego de hacer converger ficción y tradición histórica en un fondo misterioso o esotérico (con los criptogramas de rigor) para potenciar así sus tramas con un tono de excitante verosimilitud. ¡Lupin es el más grande detective de la Historia! ¡El candelabro de siete brazos, la fortuna de los reyes de Francia…!Algo más que un simple ratero

¿Por qué Lupin goza de semejante continuidad? ¿Quién diablos es Arsène Lupin?Empecemos por su apariencia física. La primera imagen que se nos presenta: un hombre con capa, bastón, sombrero, y monóculo. ¡Alto! ¿Es ésta la apariencia real de Lupin? ¡Mil veces no! Las primeras ediciones de las historias de Arsène Lupin fueron publicadas en Je sais tout. Las portadas (geniales) estuvieron a cargo de Léo Fontan, quién tuvo a bien darle una apariencia (casi un uniforme) al hombre de las mil apariencias. De alguna forma, ésta es el aspecto que ha quedado para la posteridad: ya saben, la elegancia infinita, la sonrisa cáustica. ¡Raro fenómeno éste de la colaboración!

Pero no hay que confundir la percepción del ilustrador con la verdad literaria. Leblanc jamás nos ofrece un retrato firme de Lupin: todo lo contrario, nos hunde en una masa de trazos ambiguos. Lupin es un personaje morfológicamente encriptado.Es mejor delinear el aspecto interno de Lupin. Sabemos que es una especie de Robin Hood del siglo XX. Roba a los execrables de la sociedad, para dar a los pobres. Defiende justicieramente a las damas en problemas. No matar es su consigna. En fin, un hombre moral, salvo por una cosa: se mueve en la sombra. Pero esta nocturnidad lo protege.
Puesto que ser silencioso es la única manera de no ser moralista.Por otro lado, con Lupin –y aunque él no lo sepa– principia la progresiva marginalización de la figura del detective, que habría de desembocar en la figura del detective decadente, o el superhéroe atrapado en su propia secretividad neurótica (Lupin prefigura a Batman en demasiadas cosas). Pero en Lupin todavía no hay nada de decadente, ni de enfermo: es sólo que ya no se mueve en los límites legales de la sociedad Al contrario, Lupin es un vitalista que se ha despojado del cinturón de castidad de las formas sociales. Un vitalista: un atleta. Maestro de jiu–jitsu, vegetariano.

Por lo menos, lo imaginamos distinto a un redondo Poirot, a un alcohólico Marlowe. Es flexible.Lupin transgresor. ¿Amoral? ¿Indiferente? Nunca. ¿Inmoral? Si la hipocresía es la peor de todas las inmoralidades, entonces Lupin es, por el contrario, Santo. En tal sentido, se enmascara para desenmascarar. En este sentido, se disfraza para desnudar. Es como un fantasma con pase VIP: criatura de la noche, siempre captura al malhechor en sus peores y más fraudulentos momentos. A la vista de lo cuál se indigna, pero con calma, con humor: Lupin es hijo de la Gracia.
Siendo hijo de la Gracia, se deja inundar –penetrar– por arrebatos sentimentales. Un hombre impulsivo, que ha tenido serias relaciones con mujeres deslumbrantes. Es el Seductor, pero también es el Seducido.Nuevas contradicciones. Hay por un lado un culto de parte de Lupin a la ironía, siendo ésta insolente, osada, temeraria, indiferente, etcétera (“La insolencia era fundamental en el atractivo de Oscar Wilde”, nos dice Robert Greene en ese libro divertido, El arte de la seducción), y por el otro Lupin profesa un respeto casi incondicional a lo virginal, lo puro, lo intocado, lo huérfano, lo femenino en su sentido mítico, lo vivo y lo inocente.

Leblanc ha creado un ser humano arquetípico, es decir un hombre contradictorio esencial, esto es: un héroe. ¿Qué hace de Lupin un héroe? El continúo trasvase del amor al cinismo, y del cinismo al amor. Lupin está en perpetua fuga: es un Ladrón. Y todo este complejo huir de un lado al otro, y del otro a éste, lo magnetiza, lo empodera. Nos encontramos con el principio mismo de la fricción. Pero la fricción de Lupin es sobre seda.En efecto, Lupin es un esteta. Un dandi. Un conquistador (prefigura asimismo a James Bond). Su mayor arma es la fascinación.

Es fascinante. Siendo ladrón, es bello. “Le dandysme est le dernier éclat d'héroïsme dans les décadences”, nos dice Baudelaire. ( “El dandismo es el último destello de heroísmo en las decadencias”.) Lupin es un bon–vivant, conocedor de arte, lector de clásicos, de gusto fino y superior (podemos imaginarlo muy cómodo en su automóvil Hispano–Suiza). Sus robos son diseños impecables. Ladrón de guante blanco, roba villas y mansiones, dejando notas sutiles a sus víctimas. Notas como ésta:“Señor baron, hay en la galería que reúne sus dos salones, una pintura de Philippe de Champaigne de excelente factura y que me gusta infinitamente. Sus Rubens son también de mi gusto, así como su pequeño Watteau. En el salón de la derecha, noto un mobiliario Louis XIII (…) P.S. –Sobre todo no me envíe el más grande los Watteau. Aunque haya pagado treinta mil francos por él en el Hotel de las Ventas, no es más que una copia, el original fue quemado, en época del Directorio, por Barras, en una noche de orgía. Consulte las Memorias inéditas de Garat. No me interesa tampoco el broche Louis XV cuya autenticidad me parece dudosa.” (Traducción libre.)

En Lupin se conjugan razón y olfato, deducción y clarividencia. Es un hombre totalmente despierto. Sabe usar todos los recursos –materiales o psicológicos– que se hallan a su alrededor. Es profundamente práctico. Todos, hombres, mujeres por igual, son absorbidos por los modales de Lupin, que para mientras, a sus espaldas, les está robando. Lupin es un ilusionista cuya ilusión es la elegancia. Se sirve de la elegancia para desviar la atención de sus víctimas.¿Clarividencia, hemos dicho? Sí: hay algo de sobrenatural en Lupin, ciertamente. Es como si fuera un mago. Un hechicero que cambia de forma a cada instante. Lupin el proteico.

Soy el que No Soy, nos dice constantemente. Admitamos que la elegancia es un rasgo de Lupin. Ello no nos dice mucho. Puesto que la elegancia no es más que apariencia. Suyo es el arte de cambiar de rostro, de fisonomía, de personalidad. Raoul d’Andrésy, Maxime Bermond, Horace Velmont, Jean Daspry, Désiré Baudru, Chevalier Floriani, Capitaine Janniot, Guillaume Berlat, Michel Beaumont, M. Nicole, Jacques d’Emboise, Paul Daubreuil, Étienne de Vaudreix, Baron Anfredi, Louis Valméras, Baron Raoul de Limézy, Prince Paul Sernine, Don Luis Perenna, Jim Barnett, Baron Jean d’Enneris, Raoul d’Avenac… Sólo algunas de las identidades de Lupin. “Todo lo que es profundo ama el disfraz. Todo espíritu profundo tiene necesidad de una máscara”, nos comenta Nietzsche.

Cuarenta y siete identidades en total. Lupin muere y renace en cada una de ellas.Siendo tantas personas a la vez, la biografía de Lupin, nacido en 1874, es algo enredada. Imposible resumirla aquí. Lo mejor es consultarla directamente en internet. Una versión en inglés es hallable en la siguiente dirección: www.coolfrenchcomics.com/arsenelupintimeline.htm Si bien aún está por hacerse una versión televisiva o cinematográfica concluyente sobre la figura de Arsene Lupin, éste ha gozado de una cierta prosperidad en los medios que bien vale la pena referir. En la televisión, se han concretizado por lo menos cuatro proyectos serios, entre series y folletines.

Podemos hablar de por lo menos diez radioadaptaciones de envergadura en Francia solamente, y otras tantas de teatro, y un resto de películas (de Jacques Becker, Yves Robert, entre otros), la primera datando de 1914, y la última –la más ambiciosa– estrenándose el año pasado: se trata del esperado filme del director francés nacido en 1960 Jean–Paul Salomé, con Romain Duris (CQ), Kristin Scott Thomas (Gosford Park, The English Patient), Pascal Gregory (Juana de Arco), que sin embargo sufrió la indignación general y el embate despiadado de la crítica francesa.
Muy gustosa una reseña en particular, de un tal Yannick Vély. En un momento, dice:
“Hay algo de podrido en el reino del cine de tipo francés, como una putrefacción general que condena las distintas tentativas al fracaso artístico.” Dicho esto, la película es uno de los grandes blockbusters franceses de los últimos tiempos.

Lupin también ha sido recreado por dibujantes muy talentosos, empezando por el ya mencionado Léo Fontan. M.Toussaint, R.Broders ou M.Orazi fueron otros de sus ilustradores. Podemos mencionar asimismo a Marc Berthier, para Gallimard.Entre los cómics, mencionaremos los de Cheylard/Bourdin, los de Blondeau, los de Gilles/Cado, y finalmente los de Duchateau/Géron.En animación, nos encontramos con Les exploits d´Arsène Lupin, de Francois Bresson y Pascal Morelli. Así como el anime japonés Lupin III, extremadamente popular, acerca del nieto de Arsène Lupin.

A cien años de haber nacido, Arsène Lupin, por lo visto, se encuentra muy bien de salud. ¡Las virtudes de ser vegetariano!



sábado, 10 de enero de 2009

Gran seductor


"¿Su retrato? ¿Cómo podría pintarlo yo? Veinte veces he visto a Arsenio Lupin y veinte veces es un ser diferente el que se me ha presentado...". Nadie conoce en profundidad al ladrón de guante blanco más galante de Francia, un sibarita con maneras de gentleman, que practica entre la sociedad elegante de la belle époque el arte que mejor domina: despistar a la policía.

Primera publicación: El arresto de Arsenio Lupin

La detención de Arsenio Lupin


Leblanc (1864-1941) publica su primer cuento sobre Arsenio Lupin allá por 1904 cuando Pierre Laffite (director de Je sais Tout) le encarga un cuento para su revista recién fundada. Aceptado el encargo, Leblanc entrega un original titulado El arresto de Arsenio Lupin. A esa primera aventura habrían de seguirle cincuenta aventuras más, que entre cuentos y novelas suman unos veinte volúmenes. Lupin aparecerá ante el lector bajo personalidades diferentes como Horace Volmont, Louis Valmeras, Vizconde Raoul d´Andrézy, etc. Arsenio Lupin parece tener el don de la ubicuidad (curiosamente Fantomas padece del mismo mal), y le ocurre al lector lo mismo que a su enemigo mortal, el inspector de la Suretê, Ganimard: cuando cree haberlo apresado, cambia de personalidad y se le escapa, como el agua entre los dedos.Las hazañas de Lupin siempre tropiezan con una aventura que termina excediendo el objeto mismo por el que comienza, no olvidemos que después de todo es un excéntrico ladrón de guante blanco, pero ladrón al fin que puede vaciar una casa en una noche, cargando todo (pinturas, pieles, joyas y sentido del humor) en una furgoneta, mientras regentea a sus ayudantes salidos del arrabal francés. Pero que arriesga todo por una causa noble, y uno es moderado ya que utilizamos la palabra noble cuando deberíamos utilizar también la palabra “mujer”, ya sea esta de ojos verdes, azules, o la misteriosa madre de uno de sus compinches, manteniéndose fiel a su gallarda estampa, aún so riesgo de perder la vida como le ocurre en El tapón de cristal de 1912.Lupin hizo las últimas recomendaciones a Le Ballu y a Grognard, y dijo riendo:- Nadie puede imaginarse lo que va a divertirme ver la cara de Doubrecq mientras le cortan el cuero cabelludo y le arrancan la piel a tiras. ¡De verdad! Eso bien vale el viaje.Pero ya más avanzada la ficción, el mismo Lupin se confiesa una vez que ha terminado el drama y puede descansar recordando la trabajosa empresa que con éxito llevó adelante: Lupin vaciló unos segundos y luego me dijo sonriendo:- Querido amigo, voy a revelarle un secreto que me va a cubrir de ridículo a sus ojos. Pero ya sabe usted que siempre he sido más sentimental que un colegial y más ingenuo que una pavisosa (inocente, bobalicón). Bueno, pues la noche en que volví a ver a Clarisse Mergy y le anuncié las noticias de la jornada, sentí dos cosas muy profundamente. En primer lugar, que experimentaba por ella un sentimiento mucho más vivo de lo que creía, y después, que ella, por el contrario, experimentaba por mí un sentimiento que no estaba desprovisto de desprecio, de rencor ni incluso de una cierta aversión.- ¡Bah! ¿Y por qué?- ¿Por qué? Porque Clarisse Mergy es una buena mujer honrada y yo no soy más que… Arsenio Lupin.
Pero Lupin es pura energía, exaltación del ideal francés del caballero seductor y aventurero; no es un Robin Hood pero tampoco un criminal asesino como es el caso de Fantomas. Roba, sí, miente, sí, engaña, sí, pero sin derramar una gota de sangre, y es capaz de arriesgarlo todo por una causa que lo valga.
Hay un secreto de verdad oculto tras el pensamiento folletinesco, y es que justamente no oculta su intención, la expone como un sentimiento embriagador, mezcla de trágica condición humana frente a un mundo de penalidades por la causa que entonces lo gobierna, la aventura es su verdadera y única religión. -Christian Busquier-.

Maurice Leblanc acabó sus días obsesionado con Arsenio Lupin, hasta el punto de firmar con ese nombre en el libro de visitas de un restaurante.

http://www.editions-tredaniel.com/arsene-lupin-superieur-inconnu-p-362.html

Entre los personajes de la serie francesa, ninguno es tan conocido ni tan rocambolesco como Arsenio Lupin, verdadero mago, cuyas hazañas nos recuerdan a veces las de un prestidigitador real, Houdini, que tras ser lanzado al río dentro de un baúl, y con las manos atadas, conseguía escapar para asombro de todos. Este personaje, hijo de la pluma de Maurice Leblanc, consigue combinar los métodos heredados de los Dupin, Holmes, etc., con una intuición y una vitalidad envidiables. Inolvidables son los disfraces bajo los que este hombre puede ocultar su verdadera personalidad, si es que la tiene, pues cuando parece que comenzamos a atraparla se nos escapa, como el agua, entre los dedos. Este Lupin, además de romper la línea analítica de sus predecesores introduciendo en ella factores provenientes del azar, se enfrenta descaradamente al orden establecido. Su desacuerdo con el sistema económico y con las leyes lo llevan al «otro lado». Nos puede recordar a veces al bandido generoso que roba a los ricos para ayudar a los pobres. Pero, eso sí, sus métodos son siempre de guante blanco, y todas sus actuaciones en uno u otro bando están marcadas por el ingenio, la limpieza, y por unas dotes físicas que con frecuencia hacen de él un superhombre. -Juan José Millas-

El autor de Arsenio Lupin nació en Ruán el 11 de noviembre de 1864, en una familia burguesa. Se educó en Francia, Alemania e Italia. Abandonó una incipiente carrera en la industria naviera para dedicarse al periodismo de sucesos. A pesar de iniciar su carrera literaria con novelas y cuentos bajo la influencia de Maupassant, Bourget y Flaubert (Ceux qui souffrent, en 1894; Une femme, en 1887; L'oeuvre du mort, en 1896) y de estrenar una obra de teatro (La pitié, en 1904), saltó a la fama cuando aceptó a regañadientes el encargo de Pierre Laffitte de escribir algún relato policíaco en la línea del famoso Sherlock Holmes, que publicaba con gran éxito la revista inglesa Strand Magazine.

Leblanc empezó a publicar en las páginas de Je suis tout los primeros relatos protagonizados por Arsenio Lupin, que dos años más tarde se editarían en forma de libro. Así nacía un arquetipo literario solo comparable a Sherlock Holmes, cuyas aventuras se relatan en una veintena de títulos y que no tardarían en pasar al teatro, a las páginas de cómics, a la gran pantalla. Frustrado por no haber podido ser "el novelista de la vida delicada de las almas"

Leblanc se encontró con la paradoja de verse convertido de la noche a la mañana en un escritor popular y comercial, autor, para mayor ironía, del género policíaco y de aventuras tan poco apreciado por la crítica de la época. No obstante, gracias a tantos lectores incondicionales, obtuvo la cinta de la Legión de Honor. Leblanc inventó la expresión gentleman cambrioleur para describir a Lupin, que se ha traducido al español como "ladrón de guante blanco".

La frase hace referencia al nuevo tipo de delitos que se practicaban a principios del siglo XX, en pleno auge de la burguesía, como el robo en casas desocupadas repletas de riquezas o el uso de cheques falsos.

En cuanto al nombre del personaje, parece que Leblanc lo usurpó de un consejero municipal de París llamado Arsène Lopin, que no le debía simpatizar mucho, pero, ante las protestas de este, lo cambió por Lupin. Maurice. Leblanc acabó devorado por su personaje. Maurice Leblanc murió en Perpiñán el 6 de noviembre de 1941, en casa de un hijo suyo.
Se cree que su muerte se precipitó a consecuencia de un viaje en tren sin calefacción, cuando iba a visitar a su hijo enfermo.
En Francia la memoria de Lupin sigue viva. La casa donde veraneó Leblanc en el pueblo de Etretat, durante más de veinte años, y en la que estuvo hasta que la invasión nazi lo empujara a su último viaje, ha sido convertida por su nieta Florence Boespflug en Le Clos Lupin.

Es un museo interactivo http://www.arsene-lupin.com/ sobre el autor y el personaje, que ha recibido 125.000 visitantes desde su apertura en 1999. Los curiosos y fieles al mítico ladrón comienzan la visita atravesando el jardín para entrar en la casa, provistos de unos cascos auditivos. Los recibe la supuesta voz de Arsenio Lupin, advirtiéndoles que guarden bien sus carteras, "pues nunca se sabe". En realidad, es el actor Georges Descrières, que interpreta su papel en una serie de televisión, el que les da la bienvenida al iniciar este recorrido entre luces y sombras, en el que se van dando pistas para descubrir el escondite de la aguja hueca. Como en el caso del insigne Sherlock Holmes, el despacho del ladrón caballero suscita un gran interés.

Arsenio Lupin: Me sigue a todas partes



Maurice Leblanc decía de Arsenio Lupin: «Me sigue a todas partes; más que ser una sombra mía, he acabado por convertirme yo en una sombra suya.»




Año de producción: 1957
Dirección: Jacques Becker
Intérpretes: Robert Lamoureux, Liselotte Pulver, O.E. Hasse, Daniel Ceccaldi, Georges
Chamarat, Huguette Hue, Renaud Mary, Sandra Milo, Paul Muller, Jacques Becker.
Guión: Jacques Becker, Albert Simonin
Música: Jean-Jacques Grünenwald
Fotografía: Edmond Séchan
Duración: 104 min.

Un ladrón francés

Arsenio Lupin es un célebre ladrón francés de guante blanco, que se esconde con la identidad del Duque de Charmerace. Creado por los escritores Maurice LeBlanc y Francis de Croisset, el cine le tomó cariño desde la época muda, aunque adquirió protagonismo en el sonoro con su trilogía norteamericana formada por Arsenio Lupin (1932), El regreso de Arsenio Lupin (1937) y Enter Arsène Lupin (1944).

Jacques Becker le devolvió el protagonismo con este largometraje donde Lupin es secuestrado por el Kaiser de Alemania Guillermo II, con objeto de que robe para él una valiosa joya situada en un lugar secreto. Colorista y divertido, el film cuenta con las clásicas dosis de aventura, suspense y romance, aderezada con un lujoso diseño de producción a tono con la sofisticación del personaje. A partir de aquí, Francia le devolvería a la vida fílmica a través de Arsenio Lupin contra Arsenio Lupin (1962), diferentes series de televisión durante los años 70, 80 y 90, y con la modernista e insufrible Arsène Lupin del 2004.

Maurice Leblanc

http://www.net-libris.com/maurice-leblanc.htm

Biografía de Maurice Leblanc nació en Ruán el 11 de noviembre de 1864, en una familia burguesa. Se educó en Francia, Alemania e Italia. Abandonó una incipiente carrera en la industria naviera para dedicarse al periodismo de sucesos.
A pesar de iniciar su carrera literaria con novelas y cuentos bajo la influencia de Maupassant, Bourget y Flaubert (Ceux qui souffrent, en 1894; Une femme, en 1887; L'oeuvre du mort, en 1896) y de estrenar una obra de teatro (La pitié, en 1904), saltó a la fama cuando aceptó a regañadientes el encargo de Pierre Laffitte de escribir algún relato policíaco en la línea del famoso Sherlock Holmes, que publicaba con gran éxito la revista inglesa Strand Magazine.
Leblanc empezó a publicar en las páginas de Je suis tout los primeros relatos protagonizados por Arsenio Lupin, que dos años más tarde se editarían en forma de libro. Así nacía un arquetipo literario solo comparable a Sherlock Holmes, cuyas aventuras se relatan en una veintena de títulos y que no tardarían en pasar al teatro, a las páginas de cómics, a la gran pantalla.
Frustrado por no haber podido ser "el novelista de la vida delicada de las almas", Leblanc se encontró con la paradoja de verse convertido de la noche a la mañana en un escritor popular y comercial, autor, para mayor ironía, del género policíaco y de aventuras tan poco apreciado por la crítica de la época. No obstante, gracias a tantos lectores incondicionales, obtuvo la cinta de la Legión de Honor.
Leblanc inventó la expresión gentleman cambrioleur para describir a Lupin, que se ha traducido al español como "ladrón de guante blanco". La frase hace referencia al nuevo tipo de delitos que se practicaban a principios del siglo XX, en pleno auge de la burguesía, como el robo en casas desocupadas repletas de riquezas o el uso de cheques falsos. En cuanto al nombre del personaje, parece que Leblanc lo usurpó de un consejero municipal de París llamado Arsène Lopin, que no le debía simpatizar mucho, pero, ante las protestas de este, lo cambió por Lupin. El personaje de Lupin podría haberse basado en el anarquista Marius Jacob, cuyo juicio fue noticia en marzo de 1905; también es posible que Leblanc también había leído Octave Mirbeau "Les s 21 días de un neurasthénique (1901), que ofrece un caballero ladrón llamado Arthur Lebeau.
Leblanc también escribió dos importantes novelas de ciencia ficción:Les Trois Yeux (1919) y Le Evènement Formidable (1920), en la que un terremoto crea una nueva masa de tierra entre Inglaterra y Francia.
En 1907 el autor ya había escrito varias novelas sobre Lupin y las ventas eran tan buenas que Leblanc se dedico el resto de su carrera a trabajar en las historias de Arsenio. Al igual que Conan Doyle, por el exito de Sherlock Holmes, Leblanc se sintio resentido respecto a sus ambiciones literarias., Leblanc trató de crear otros caracteres, como los ojos de Jim Barnett, pero con el tiempo se fusionó con Lupin. Leblac continuo escribienco las aventuras de Lupin hasta 1930.
Hay que recordar que Sir Arthur Ignatius Conan Doyle intentó "matar" a Sherlock Holmes a manos del archicriminal profesor Moriarty en su relato La aventura del problema final (Las memorias de Sherlock Holmes). Se dice que Leblanc tambien.
Maurice Leblanc acabó sus días obsesionado con Arsenio Lupin, hasta el punto de firmar con ese nombre en el libro de visitas de un restaurante. Igual que le sucediera a Simenon, Leblanc acabó devorado por su personaje. Maurice Leblanc murió en Perpiñán el 6 de noviembre de 1941, en casa de un hijo suyo. Se cree que su óbito se precipitó a consecuencia de un viaje en tren sin calefacción, cuando iba a visitar a su hijo enfermo.
En Francia la memoria de Lupin sigue viva. La casa donde veraneó Leblanc en el pueblo de Etretat, durante más de veinte años, y en la que estuvo hasta que la invasión nazi lo empujara a su último viaje, ha sido convertida por su nieta Florence Boespflug en Le Clos Lupin.
Es un museo interactivo sobre el autor y el personaje, que ha recibido 125.000 visitantes desde su apertura en 1999. Los curiosos y fieles al mítico ladrón comienzan la visita atravesando el jardín para entrar en la casa, provistos de unos cascos auditivos. Los recibe la supuesta voz de Arsenio Lupin, advirtiéndoles que guarden bien sus carteras, "pues nunca se sabe". En realidad, es el actor Georges Descrières, que interpreta su papel en una serie de televisión, el que les da la bienvenida al iniciar este recorrido entre luces y sombras, en el que se van dando pistas para descubrir el escondite de la aguja hueca. Como en el caso del insigne Sherlock Holmes, el despacho del ladrón caballero suscita un gran interés.