viernes, 2 de diciembre de 2011

¡Para Lupin el robo es un juego, un juego que le divierte!





El papel desempeñado por los detectives o, de manera más global, por los enemigos de Lupin, quienes le respetan, miden sus fuerzas con él y tratan de hallar una solución que no se base meramente en la fuerza, sino en el ejercicio de la inteligencia.

De manera un tanto somera podemos decir que lo que opone Lupin a sus adversarios, tanto dentro de la justicia como dentro del campo de los detectives privados, aunque en este caso en menor grado, es la utilización de la fuerza bruta, de los medios expeditivos.

Para Lupin el robo, el estar fuera de la ley es un juego, juego que le divierte y que le impone ciertas reglas. Son siempre sus adversarios quienes infringen las reglas, quienes siembran la violencia y quienes acuden a métodos poco ortodoxos para acabar con Lupin.

El triunfo de Lupin sobre Holmes, ese triunfo era además el de la gracia francesa frente a la pesadez británica, era el triunfo del espíritu, de la fineza, sobre el razonamiento lógico, el triunfo del amor, de la intuición sobre la razón empírica, sobre la experiencia limitada de aquel que se halla prisionero de los prejuicios y de una estrecha moralidad.





En el afán de Holmes por domeñar a Lupin, no duda en disparar sobre la hermosa y poética Raymonde de Saint-Verán. Holmes no logra matar la seducción representada por Lupin, pero sí logra asesinar la poesía de esa seducción encarnada por Raymonde. Si todavía nos quedaba alguna duda en cuanto al valor intrínseco de ambos personajes, queda disipada. 


La esbelta figura de Lupin desaparece de nuestra vista llevando en brazos el cuerpo inanimado de Raymonde mientras el asesino contempla impotente la escena. Nada que decir. La gracia vencida por la fuerza. La seducción vencida por la torpeza. Lupin continuará representando, pese a los esfuerzos de los adaptadores españoles, la imagen del perfecto y galante caballero, incapaz de la más mínima torpeza.

Fuente  

miércoles, 30 de noviembre de 2011

L'agence Barnett & Cie





 ¿Quien fue este curioso personaje que se llamaba Jim Barnett, quien estuvo involucrado, 
en los más divertidos casos y las aventuras más fantásticas? 

 ¿Qué es la agencia privada  Barnett y Co. 



El inspector Victor



Víctor de Brigada, a quien los bonos robados de la Defensa Nacional y el doble asesinato del padre Lescot y Masson Elise así como su acción decisiva contra Arsenio Lupin, le dieron una  gran reputacíón
Victor era un policía de edad, inteligente, astuto, agresivo e insoportable, que hacia su  trabajo como un aficionado, cuando "le daba la gana" Víctor un policía caprichoso en la elección de las investigaciones


"El Inspector Víctor, cuyo verdadero nombre es Víctor Hautin, es el hijo de un fiscal, que murió en Toulouse, hace cuarenta años.. Víctor Hautin pasó parte de su vida en las colonias.  Excelente persona, a cargo de sus más delicadas y peligrosas, fue trasladado a menudo por las denuncias presentadas contra él por e los maridos engañados  Estos escándalos le impidió reclamar los primeros puestos de la administración.


Más tranquilo en los últimos años, habiendo heredado una fortuna, pero dispuesto a ocupar su tiempo libre,  me fue recomendado por uno de mis primos que vive en Madagascar, y quetiene a Víctor Hautin en alta estima.  De hecho, a pesar de su edad, a pesar de su independencia y su excesivo carácter, es un servidor discreto valioso.






En el gabinete del señor Beamish ... en medio de un montón de camisas, descubrimos un pañuelo de seda de color naranja y verde ...


- ¿Qué? -dijo, enderezándose.


— - Un pañuelo de seda de color naranja y verde, Yo lo vi ...   en el gabinete del Inglés ... "


De repente, la resistencia de la princesa Basileïef se derrumbó. débil, asustada, con los labios temblando, balbuceó:


"Esto no es cierto ... no es posible! ..."


Él continuó, implacable


"Lo vi allí. Es el velo que buscamos. Usted ha leído los periódicos ... la bufanda Elise Masson siempre la llevaba al cuello. Descubierto en las manos del Inglés, estableció su participación en el delito de Rue de Vaugirard, y la intervención de Arsenio Lupin.


Hay también otras pruebas que revelaran la verdadera personalidad de la otra persona, la mujer ...?


- ¿Qué mujer? dijo entre dientes.


— - Su cómplice? La que nos encontramos en la escalera en el momento del crimen ... el que mató a ... "


Ella se lanzó sobre Víctor, y en un gesto que era a la vez una confesión y un grito de protesta violenta, exclamó:


¡Yo digo que esta mujer no mató ... Tiene un horror del crimen, horror a la sangre y la muerte! ... Ella no la mató! ...


- ¿Quién la mató entonces? "


Ella no contestó.


Confusa en sus sentimientos. Su entusiasmo se desvaneció y dio paso a una tristeza repentina. Con una voz tan débil que apenas podía oírse le susurró:


"Todo esto importa poco. Piensa en mí lo que quieras, no me importa.






Quién es Víctor, el famoso detective de la  Brigada?  Un dandy, atraído por la mujer policía y uno de los más capacess detectives de la policía francesa. El as de la policía de seguridad en París, al igual que Sherlock Holmes en Londres.   

Víctor se opone a otra leyenda viva: Arsenio Lupin, el emperador de los ladrones. Un verdadero choque de titanes, una emocionante aventura, una batalla peligrosa, bajo el doble signo del suspenso y lo inesperado.



 Capítulos:

Corre, corre, el hurón

 La tapa gris

 La amante del barón

 Detención

 La princesa Basileïef

 Los bonos de la defensa

 Cómplices

La gran batalla de Cambridge

 En el corazón del lugar

 El archivo de ALB

 Ansiedad

 El triunfo de Lupin





martes, 1 de noviembre de 2011

La aguja hueca


Inmediatamente, sobre la hierba pisoteada, se observó el paso del fugitivo. En dos lugares se descubrieron huellas de sangre ennegrecida, ya casi seca. Después de la curva de la arcada, que marcaba la extremidad del claustro, ya no había nada, pues la na?turaleza del suelo, tapizado de agujas de pino, no se prestaba a registrar la huella de ningún cuerpo. Pero, entonces, ¿cómo el herido había podido escapar a la vista de la joven, de Victor y de Albert? Unas malezas, que los criados y los gendarmes habían registrado, y unas piedras sepulcrales bajo las cuales habían buscado..., y eso era todo.


El juez de instrucción mandó al jardinero, que tenía la llave, que le abriera la Capilla Divina, verdadera joya de la escultura, que el tiempo y las revoluciones habían respetado, y que siempre fue considerada, con las finas cinceladuras de su pórtico y la menuda multitud de sus estatuillas, como una de las maravillas del estilo gótico normando. La capilla, muy simple en su interior, sin ningún otro ornamento que su altar de mármol, no ofrecía ningún refugio. Por lo demás, en primer lugar, hubiera sido necesario introducirse en ella. ¿Y por qué medio?
La inspección llegó hasta la pequeña puerta que servía de entrada a los visitantes de las ruinas. Aquella daba al camino hondo y cerrado entre el recinto y un bosque cortado con frecuencia, donde se veían canteras abandonadas. El señor Filleul se inclinó: el polvo del camino presentaba marcas de neumáticos con cubiertas antideslizantes. De hecho, Raymonde y Victor habían creído oír, después del disparo de escopeta, el ronquido de un auto. El juez de instrucción insinuó:

–Seguramente el herido se reunió con sus cómplices.

–Imposible –exclamó Victor–. Yo estaba allí, mientras la señorita y Albert lo veían aún.

–Bueno; aun así, es preciso que ese individuo se encuentre en alguna parte. O está dentro o está fuera.
–Está aquí –dijeron los criados con terquedad.

El juez se encogió de hombros y se volvió hacia el castillo con bastante calma. Decididamente, el asunto se presentaba mal. Con un robo en el que nada había sido robado y un prisionero invisible, la cosa no era para sentirse muy satisfecho.

Era tarde. El señor de Gesvres invitó a los magistrados a almorzar, así como a los dos periodistas. Co?mieron en silencio, y luego el señor Filleul regresó al salón, donde interrogó a los criados. Pero por el lado del patio resonó el trote de un caballo, y un momento después el gendarme a quien habían enviado a Dieppe penetró en la estancia.

–Bien. ¿Ha visto usted al sombrerero? –exclamó el juez, impaciente por obtener al fin algún informe.

–La gorra le fue vendida a un chófer.

–¡A un chófer!

–Sí, a un chófer que se detuvo con su coche de?lante del establecimiento y que preguntó si po?dían proporcionarle para un cliente suyo una gorra de chófer, de cuero amarillo. Quedaba ésta. La pagó sin siquiera preocuparse de la medida y se marchó. Tenía mucha prisa.

–¿Y de qué clase era el coche?

–Un cupé de cuatro asientos.
–¿Y qué día fue eso?

–¿Qué día? Pues esta misma mañana.

–¿Esta mañana? ¿Qué es lo que usted dice?

–Que la gorra fue comprada esta mañana.

–Pero eso es imposible, puesto que fue encontrada esta noche en el parque. Para ello hubiera sido preciso que hubiese sido comprada con anterioridad.

–Pues fue esta mañana. Me lo dijo el sombrerero.

Hubo unos instantes de desconcierto. El juez de instrucción, estupefacto, trataba de comprender. De pronto dio un salto, iluminado por un rayo de luz.

–Que traigan aquí al chófer que nos transportó esta mañana.
El brigadier de la Gendarmería y su subordinado corrieron presurosos hacia las caballerizas. Al cabo de unos minutos el brigadier regresaba solo.

–¿Y el chófer?
–Hizo que le sirvieran de comer en la cocina, almorzó y después...
–Después, ¿qué?

–Después desapareció.

–¿Con su coche?

–No. Con el pretexto de ir a ver a un pariente en Ouville, pidió prestada la bicicleta del palafrenero. Aquí están su gorra y su chaqueta.

–Pero ¿no se fue con la cabeza descubierta?

–Sacó del bolsillo una gorra y se la puso.
–¿Una gorra?
–Sí, una gorra de cuero amarillo, al parecer.

–¿De cuero amarillo? No puede ser, porque está aquí.

–En efecto, señor juez de instrucción, pero la suya es igual.

El fiscal suplente sonrió ligeramente con sorna.

–¡Muy gracioso! ¡Muy divertido! Hay dos gorras... Una, que era la verdadera y que constituía nuestro único elemento de prueba, se fue sobre la ca?beza del seudochófer. La otra, la falsa, la tiene usted entre las manos. ¡Ah! Ese magnífico sujeto nos la ha jugado limpiamente.

–¡Que lo capturen! ¡Que lo traigan aquí! –gritó el señor Filleul–. Brigadier Quevillon, que salgan dos de sus hombres a caballo y al galope.

–Ya está lejos –comentó el fiscal suplente.

–Por lejos que esté, es completamente preciso que le echen la mano.

–Yo así lo espero, pero creo, señor juez de instrucción, que nuestros esfuerzos deben concentrarse sobre todo aquí. Tenga la bondad de leer el papel que acabo de encontrar en los bolsillos del abrigo.

–¿De qué abrigo?

–El del chófer.

Y el fiscal suplente le tendió al señor Filleul un papel doblado en cuatro en el que podían leerse estas breves palabras escritas a lápiz y con una letra un tanto vulgar:

"Ay de la señorita, si ha matado al patrón"

martes, 16 de agosto de 2011

El detective ingles, el ladrón frances

Lupin:  ingenioso, encantador, brillante, astuto. . .


La genialidad de Leblanc fue sin duda enfrentar al detective ingles, que personifica la observación y la deducción, en contra de un ser como Lupin: imaginativo y lleno de recursos.


Una de las historias que forman parte del imaginario colectivo dentro de la novela policiaca:
el encuentro entre dos de las mentes más sagaces de la vieja Europa.



 Arsenio Lupin contra Herlock Sholmes nos relata un enfrentamiento formal entre dos fuerzas de gran inteligencia y llenas de una voluntad de triunfo.

 Conan Doyle envió una carta, escribiendo su inconformidad y enojo, por haber hecho Leblanc, uso de su
personaje, en sus novelas.



Aunque Sherlock Holmes ignora que la Tierra gira alrededor del Sol,
es el arquetipo de investigador cerebral, además de un hábil observador de razonamiento deductivo
y de mirada aguda y penetrante.. y como Lupin un mago del disfraz.



Por cierto, lejos de lo que se cree, la frase ¡Elemental mi querido Watson! no se origino en los escritos del Doctor Arthur Conan Doyle, sino muchos años después. Se ideo en los parlamentos, de la películas, del actor Basil Rathbone, quien fue quien mejor ha interpretado a Sherlock Holmes


viernes, 12 de agosto de 2011

La mujer de las dos sonrisas.

LA MUJER DE LAS DOS SONRISAS / MAURICE LEBLANC / SERIE NEGRA /  (Libros de lance (posteriores a 1936) - Literatura - Narrativa - Terror, Misterio y Policíaco)


—Si tú tienes miedo yo, por el contrario, me divierto. ¿Crees que después de haberte vuelto a encontrar dejaré que este bruto te atrape? Vamos, ríe, Clara, estás en el espectáculo. Y es cómico.


Los dos batientes se abrieron de golpe. Con tres saltos, Gorgeret entró hasta el umbral de la sala, empuñando el revólver.

Raoul estaba plantado frente a la muchacha, ocultándola.

—¡Arriba las manos o disparo! —gritó furioso Gorgeret.

Raoul, que estaba a cinco pasos de él, bromeó:

—¡Qué vulgar eres! ¡Siempre la misma fórmula idiota! ¿Acaso crees que vas a disparar contra mí, Raoul?

—¡Contra ti, Lupin! —exclamó Gorgeret triunfante.

—¡Ah! ¿Sabes mi nombre?

—Así pues, ¿confiesas?

—Siempre se confiesan los títulos de nobleza.

Gorgeret repitió:

—Arriba las manos o si no disparo.

—¿Incluso sobre Clara?

—Incluso si ella estuviera aquí.

—Ella está aquí, cretino.

Los ojos de Gorgeret saltaron de sus órbitas. Su brazo cayó. ¡Clara! ¡La pequeña rubia que acababa de entregar al marqués d'Erlemont! ¿Era posible aquello...? No. Enseguida la cosa le pareció fuera de toda posibilidad. Si verdaderamente era Clara, y lo era, sobre eso no había duda, entonces tenía que llegar a la conclusión que la otra mujer...

—Vamos —bromeó Raoul—. Caliente, caliente. Todavía un pequeño esfuerzo y ya está. ¡Claro que sí, estúpido! Hay dos... una que llegaba de su pueblo y a la que tú te dedicaste, confundiéndola con Clara, y la otra...

—La amante del gran Paul.

—¡Qué imbécil! —respondió Raoul—. Se diría que eres el marido de la adorable Zozotte.

Gorgeret, furioso, estimulando a sus hombres, vociferó:

—¡Agarradme a ese tipo! ¡Si te mueves te tumbo de un disparo!

Los dos hombres se lanzaron contra él. Raoul saltó sobre sí mismo. Ambos recibieron un puntapié en el vientre. Retrocedieron.

—Esta es una broma de mi estilo —gritó Raoul—. El truco del doble zapato.

Sonó un disparo pero Gorgeret había tirado de manera que la bala no alcanzara a nadie. Raoul estalló en una carcajada.

—¡Has estropeado mi cornisa! ¡Qué estúpido! Eres demasiado imbécil y te has lanzado a la aventura sin tomar precauciones. Adivino lo que ha pasado. Alguien te ha comunicado mi dirección y tú has corrido hacia aquí como un toro que ve rojo. Te harían falta veinte de tus camaradas, compañero.

—¡Habrá cien, mil! —gruñó Gorgeret, volviéndose al oír el ruido de un coche que se detenía en la calle.

—Tanto mejor —dijo Raoul—. Ya me empezaba a aburrir.

—Esta vez estás perdido.

Gorgeret quiso salir de la sala para dar instrucciones a los refuerzos. Cosa extraña. La puerta, que desde el principio se había cerrado a su espalda, no se abría a pesar de sus esfuerzos.

—No te canses, compañero —le aconsejó Raoul—. La puerta se cierra con llave sola. Y es maciza. De madera de ataúd.

En voz baja le dijo a Clara:

—Cuidado, querida. Fíjate en lo que va a pasar ahora.

Corrió hacia lo que quedaba del antiguo tabique que habían suprimido para convertir las dos habitaciones en una sola.

Gorgeret, comprendiendo que perdía el tiempo, se decidió a terminar el asunto sin importarle el medio. Volvía al ataque gritando:

—¡Disparad sobre él, matadle! ¡Va a escapar!

Raoul apretó un botón y, mientras los agentes preparaban sus armas, un telón de acero cayó del techo limpiamente, como una maza, separando la pieza en dos, mientras que los postigos se cerraban desde el interior.

—¡Crac! ¡Crac! —bromeó Raoul—. ¡La guillotina! Gorgeret tiene el cuello cortado. ¡Adiós, Gorgeret!

Tomó de encima del bufet una botella y llenó de agua dos vasos.

—Bebe, querida.

—Vámonos, huyamos —dijo ella asustada.

—No temas, muñeca.

Insistió en que bebiera mientras vaciaba su vaso Estaba muy tranquilo y no vacilaba.

—¿Les oyes, al otro lado? Están en el bote, como las sardinas. Cuando cae el telón, los postigos se bloquean automáticamente. Los hilos eléctricos se cortan. La oscuridad es total. Una fortaleza impenetrable desde el exterior y una cárcel desde el interior. ¿Qué le parece?

Pero la muchacha no tenía el ánimo dispuesto para el entusiasmo. Raoul la besó en la boca, lo que la animó.

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domingo, 31 de julio de 2011

La señorita de los ojos verdes.

¡La señorita de los ojos verdes! ¡La más graciosa y la más seductora mujer que nunca había encontrado, surgía de la sombra criminal! ¡La más radiante imagen aparecía bajo aquella máscara innoble de ladrona y asesina! ¡La señorita de los ojos color verde de jade, hacia quien su instinto de hombre le había empujado desde el primer instante y que ahora volvía a encontrar, con aquella blusa manchada de sangre, con el rostro desencajado, en compañía de dos temibles asesinos y, al igual que ellos, asaltando, asesinando, sembrando la muerte y el terror!






—¿Oiga, la prefectura? Póngame en comunicación con el señor Philippe. De parte del señor Marescal.

Entonces, volviéndose hacia la muchacha, le aplicó al oído el receptor libre.

Aurélie no se movió.

Al otro extremo de la línea, una voz replicó. El diálogo, fue breve.


—¿Eres tú, Philippe?

—¿Marescal?

—Sí. Escucha. Junto a mí hay una persona a quien querría dar una certidumbre. Responde claramente a mis preguntas.

—Habla.


—¿Dónde estabas esta mañana, al mediodía?

—En el calabozo de la prefectura, como me habías pedido. He recibido al individuo que Labonce y Tony traían de tu parte.

—¿Dónde le habíamos arrestado?

—En el apartamento de la calle de Courcelles, donde vive, frente mismo de la casa de Brégeac.

¿Lo han registrado?

—Ante mí.

—¿Bajo qué nombre?

—Barón de Limézy.

—¿Inculpado de qué?

—De ser el jefe de los bandidos del asunto del rápido.

—¿Le has visto desde esta mañana?

—Sí, ahora mismo en el servicio antropométrico. Está todavía allí.

—Gracias Philippe. Es todo lo que quería saber. Adiós. —Colgó el receptor y exclamó:

—¡Ves, mi bella Aurélie, donde está el salvador! ¡Encerrado! ¡Esposado!

Ella pronunció:

—Ya lo sabía.

Marescal lanzó una carcajada:

—¡Lo sabía! ¡Y, sin embargo, le esperaba! ¡Ah, es curioso! ¡Tiene toda la policía y toda la justicia a sus espaldas! ¡Es un pingajo, un harapo, una brizna de paja, una pompa de jabón, y todavía le espera! ¡Los muros de la prisión se derrumbarán! ¡Los guardias le traerán hasta aquí en automóvil! ¡Helo aquí! ¡Entrará por la chimenea, por el techo!

Estaba fuera de sí y sacudía brutalmente a la muchacha por la espalda, pero ella permanecía impasible y distraída.

—¡No puedes hacer nada, Aurélie! ¡Ya no te queda esperanza! El salvador está perdido. El barón está emparedado. Y dentro de una hora, te habrá llegado el momento, mi preciosa. ¡Te cortarán el pelo! ¡Saint-Lazare, el tribunal! ¡Ah, pillina! Ya he llorado bastante por tus hermosos ojos verdes, ahora les toca el turno a ellos...

No terminó la frase. Detrás de él Brégeac se había levantado y le había agarrado el cuello con una de sus manos febriles. El acto había sido espontáneo. Desde el primer segundo en que Marescal había tocado el hombro de la muchacha, Brégeac se había deslizado hacia él, trastornado por tal ultraje. Marescal se inclinó bajo aquel impulso y los dos hombres rodaron por el suelo.

El combate fue encarnizado. Uno y otro ponían una rabia que su rivalidad odiosa exacerbaba; Marescal era más vigoroso y más poderoso, pero Brégeac actuaba con tal furor que el desenlace fue incierto durante mucho tiempo.

Aurélie les miraba con horror, pero no se movía. Ambos eran enemigos suyos, igualmente execrables.

Por fin Marescal, que se había sacudido la garra de aquellas manos asesinas, intentaba visiblemente alcanzar su bolsillo para sacar el browning. Pero el otro le torcía el brazo y todo lo que pudo hacer fue sacar su silbato que colgaba de la cadena del reloj. Resonó un silbido estridente. Brégeac redobló sus esfuerzos para agarrar de nuevo a su enemigo por el cuello. La puerta se abrió. Una silueta saltó y se precipitó sobre los adversarios. Casi en el momento en que Marescal se vio libre, Brégeac vio a diez centímetros de sus ojos el cañón de un revólver.

—¡Bravo Sauvinoux! —gritó Marescal—. El incidente le será tenido en cuenta, amigo mío.

Su cólera era tan aguda que cometió la cobardía de escupir sobre el rostro de Brégeac.

—¡Miserable! ¡Bandido! ¿Y te imaginas que te verás libre por tan poco precio? Tu dimisión para empezar, y a continuación... El ministro lo exige... La tengo en el bolsillo. No tienes más que firmar.

Exhibió un papel.

—Tu dimisión y las confesiones de Aurélie. Lo he redactado todo de antemano... Tu firma, Aurélie... Toma, lee...: «Confieso que he participado en el crimen del rápido, el 26 de abril último, que he disparado sobre los hermanos Loubeaux... Confieso que...» En fin, toda la historia resumida... No vale la pena leerla... ¡Firma! ¡No perdamos tiempo!

Había mojado su pluma de tinta y se obstinaba en hacérsela coger por la fuerza.

Lentamente, Aurélie separó la mano del comisario, cogió la pluma y firmó, según la voluntad de Marescal, sin tomarse la molestia de leer. Rubricó. La mano no temblaba en absoluto.

—¡Ah! —exclamó él con un suspiro de alegría—. ¡Ya está! No creía que iría tan rápido. Una buena actitud, Aurélie. Has comprendido la situación. ¿Y tú, Brégeac?

Sacudió la cabeza. Se negaba a firmar.

—¡Vaya! ¿Con que ésas tenemos? ¿El señor no quiere? ¿El señor se figura que va a permanecer en su puesto? ¿Por el honor de ser el padrastro de una criminal, quizá? ¡Ah, ésta sí que es buena! ¿Y continuarás dándome órdenes, Brégeac, a mí, a Marescal? ¡No me digas! ¡Se te ocurre cada cosa, camarada! ¿Crees acaso que el escándalo no será suficiente para desarmarte y que mañana, cuando se lea en los periódicos el arresto de la pequeña tú no te verás obligado a...?

Los dedos de Brégeac se cerraron alrededor de la pluma que Marescal le tendía. Leyó el texto de dimisión. Vaciló.

Aurélie le dijo:

—Firme, señor.

Firmó.













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viernes, 8 de abril de 2011

¡A lo Lupin!


La princesa de Cleves

Stephane Bretwies

Entre 1995 y 2002, este alsaciano ha recorrido los museos, galerías y castillos de toda Europa, para acumular en su sala de 230 obras de arte. Entre su fabuloso botín destaca la obra Sybille La princesa de Cleves y Cranach el Viejo, robado en 1995 en un museo de Baden-Baden. El trabajo se estima en 5 millones de libras.

Un total de 110 obras de su colección fueron encontrados en casa de su madre, quien desconocía el origen de los cuadros Estos permanecían en cuarto oscuro para que la luz no los estropeara.

Su cómplice en los robos fue su novia que distraía a los guardias. El escenario de sus robos eran museos rurales con poca vigilancia. En enero del 2005, este cleptómano fue condenado a tres años de prisión. Después de años, Breitwieser fue responsable, por sí sólo, de la mitad de los robos en los museos franceses.

Stéphane Breitwieser declaro que el no roba por motivos lucrativos Se definió a sí mismo como un connoisseur del arte que robaba para formar su propia colección personal, centrada en los grandes maestros de los siglos XVI-XVII.

En su juicio, llegó declarar ante el juez: "Me gusta el arte. Amo las obras de arte como éstas. Las reuní y las guardé en mi casa"

El Arsenio Lupin de los museos cuenta que todo inicio en el año de 1995 en el mes de julio. El y su novia Anne-Catherine Kleinklauss paseaban por el castillo medieval de Gruyères él quedo atrapado por la mirada de una mujer pintada por Christian Wilheim Dietrich Fascinado por su belleza y por las cualidades de la mujer del retrato, asi como por sus ojos, robo el cuadro.

Mientras su novia vigilaba, él extrajo los clavos que sujetaban el cuadro en su marco y lo ocultó bajo su chaqueta y al poco se marcharon.

Aunque logró reunir una sobresaliente colección, nunca intentó vender ninguna obra por lucro, y se conformaba con disfrutar de ser "el hombre más rico de Europa" Cuando supo que una de las piezas robadas, atribuida a Van der Helst era falsa la quemó.



Retrato de Stephane Bretwies

domingo, 3 de abril de 2011

Las aventuras de Lupin

El collar de la Reina 1880, La Sra. Imbert 1892, La condesa de Cagliostro 1894 .

-El anillo de bodas 1899.

1901: La detención de Arsenio Lupin y Arsenio Lupin en la cárcel.

1902: El escape de Arsenio Lupin, El viajero misterioso, El siete de corazón, La Perla Negra y Sherlock Holmes llega demasiado tarde.

1903: Le Bouchon de Cristal , El matrimonio de Arsenio Lupin, La trampa infernal, La paja y El pañuelo de seda roja.

1904: La muerte que acecha, La Dama rubia (Arsenio Lupin contra Sherlock Holmes)

1905: El signo de la sombra -El juego de la luz solar y La muchacha de ojos verdes.

1906: El cabujón de esmeralda ,  La Agencia Barnett & Co.

"La mujer de la dos sonrisas 1907.

El sigue siendo un misterio 1908.

La lámpara judía 1913  (Arsenio Lupin contra Sherlock Holmes)

La aguja hueca 1909.

Bar-y-va 1910.

Los ocho campanadas del reloj 1911.

813  1912.

Los tres crímenes de Arsenio Lupin1914.

La metralla 1915.

El triángulo de Oro 1917.

La isla de treinta ataúdes 1919.

1923: Los dientes del tigre y Víctor de la Brigada de Mondaine.

La venganza Cagliostro 1924.

Los millones de Arsenio Lupin 1926.

El amor pasado de Arsenio Lupin 1928.

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Leer Arsenio Lupin contra Sherlock Holmes:
http://www.wattpad.com/303172-arsenio-lupin-contra-herlock-sholmes?









La Editorial Tor de argentina en los años 40, dentro de su Serie Amarilla Policial publico casi toda la obra de Leblanc...  las aventuras de Lupin.

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viernes, 4 de marzo de 2011

La mujer de las dos sonrisas.


Un oscuro caso de de asesinato


Bonita, con una elegante figura, pelo ondulado, rubio, ojos azules, entre los años 20 y 25 . En una ocasión extraordinaria, esta chica viene a tocar a la casa de Raúl  por error, ya que quería ver a los habitantes de el piso de arriba, el marqués de Jean Erlemont. Lupin se ve envueltoen un obscuro caso de asesinato.

Ella tenia la sonrisa más sincera y la más misteriosa, ellla tenia la mirada más voluptuosa, la más ingenua.
al parecer ella tiene dos personalidades. ¡Un tenebroso affaire, el más preocupante, como nunca corre riesgo la vida de Lupin!

Un novela llena de ingenio. El caballero ladrón en su mejor momento..








Si a usted le gusta el italiano:



martes, 8 de febrero de 2011

Cagliostro


Después de pasar una tarde con su amada, el joven Arsenio Lupin presencia casualmente lo que parece un asesinato y en un arrebato justiciero, decide salvar a la víctima, que más tarde sabrá que no es otra que la Condesa de Cagliostro.

Fascinado por la belleza y el peculiar carácter de esta dama, la sigue en sus correrías y descubre que quienes estaban a punto de matarla iban en busca de un mítico tesoro templario, y que en ningún modo puede considerarse a la bella condesa como una joven inocente.

Embarcado en una trepidante aventura en la que su vida correrá serio peligro en más de una ocasión, Arsenio Lupin se revela como un joven audaz, imaginativo e inteligente e intenta sacar partido de la información de que dispone.

domingo, 6 de febrero de 2011

En cada una de sus apariciones, Arsenio Lupin ha demostrado ser una persona diferente.



Lupin es uno de los personajes de ficción más famoso con una personalidad que seduce. Arsène es un maestro en el arte de planear. Ha construido su reputación por la audacia de sus robos. Trabaja con mucha gracia e inteligencia.


Elige cuidadosamente sus objetivos, que son los nobles y burgueses poseedores de una gran riqueza. Como ladrón, Lupin es un personaje que sorprende una y otra vez, por su sangre fría, su impertinencia y su astucia.


Él es un seductor, un eterno enamorado del amor y la aventura.

Personalidades de Arséne


jueves, 3 de febrero de 2011

Lupin bromista, fanfarrón, amante de los disfraces, de los efectos teatrales, del peligro... siempre enamorado




Es con Emile Gaboriau (1832-1873) con quien comienza la novela policial francesa. Gaboriau comenzó escribiendo novelas folletinescas y se convirtió en un típico representante de éstas. Crea a su héroe Monsieur Lecoq un policía parisino.



Gaboriau influyó sobre Conan Doyle, éste a su vez influyó al escritor francés Maurice Leblanc, pero de una manera muy particular. Maurice Leblanc inventó a Arsenio Lupin para que fuera un héroe totalmente distinto a Sherlock Holmes. Tiempo más tarde Lupin sería uno de los repre- sentantes mas significativos de la novela policial francesa.


Lupin se construye como un mito, gracias a su inteligencia prodigiosa y a su actividad devora- dora que lo llevaban a resolver los casos de una manera fenomenal. Cuando Leblanc escribió Los tres crímenes de Arsenio Lupin ya no quedaban dudas: Lupin, prisionero en la Santé, jefe de policía, vengador del honor nacional y amante desesperado, era verdaderamente un su- perhombre.


El mito de Lupin es durante un momento de la sensibilidad francesa, se tendría que agregar que se trata de un momento de decisiva importancia ya que bajo la influencia de Leblanc cam- bia toda una forma colectiva de soñar. Existía antes a Lupin el folletín, donde reinaba el melo- drama, una imaginería del tiempo de las diligencias, mismo respondía a una larga tradición. Se produjo entonces una gran transformación, la acción se convirtió en investigación y fue dirigida por el razonamiento. También surge la imaginería también nueva, deslumbrante y grandiosa a la vez. Leblanc, rescata del olvido decorados por ejemplo: la guillotina, los cafés, Paris, entre otros.


Leblanc creo todas las situaciones claves de la novela policial más moderna: el narrador resulta ser el culpable, Lupin resuelve los problemas mas asombrosos obteniendo soluciones mejores que las que encuentra Dickson Carr, el autor utiliza con feliz virtuosismo los recursos más suti- les de la deducción. Juan José Millás

miércoles, 2 de febrero de 2011

La Dama rubia

Gallimard  es un investigador que nunca tendrá el talento de un Sherlock Holmes



La aventura comienza cuando Arsenio Lupin roba un un secrétaire comprado a un distribuidor por el Sr. Gerbois profesor de matemáticas




-¡Que lo pruebe! -respondió Lupin a los periodistas.

-Pero ¡si fue él quien robó el secrétairel... exclamó el señor Gerbois delante de los mismos periodistas.

Y Arsenio Lupin contestó: -¡Que lo pruebe!

Y fue un espectáculo de encantadora fantasía el duelo público entre los dos poseedores del número 514, serie 23; las idas y venidas de los periodistas, la sangre fría de Arsenio Lupin frente al enloquecimiento del pobre señor Gerbois...

¡La Prensa estaba repleta de las lamentaciones del desgraciado! A ella confiaba su infortunio con chocante ingenuidad.

-Compréndanlo, señores. ¡Es la dote de Suzanne lo que ese truhán quiere robarme! Por mí, personalmente, me tiene sin cuidado; pero ¡por Suzanne! Piénsenlo: ¡un millón! ¡Diez veces cien mil francos! ¡Ah! Bien sabía yo que el secrétaire contenía un tesoro.

Al objetársele que su adversario, al llevarse el mueble, ignoraba la presencia de un billete de lotería, y que en todo caso nunca habría podido prever que el tal billete iba a ganar el primer premio, gemía:

-¡Lo sabía, lo sabía!... Si no, ¿por qué se habría molestado en llevarse un mueble tan viejo?

-Por razones desconocidas, pero ciertamente no para apoderarse de un trozo de papel que valía, entonces, veinte francos, una modestísima suma.

-¡La suma de un millón! Él lo sabía..., ¡lo sabe todo!

Ah, ustedes no conocen a ese bandido...




- Tiene  razón, señora, el inspector habló con una lealtad que no estuvo exenta de cierto mérito, tiene razón, el viejo Ganimard no es lo suficientemente fuerte como para luchar contra Arsenio Lupin. Sherlock Holmes tendrá éxito allí? Eso espero, porque tengo por él una gran admiración... pero... es poco probable...

- Es poco probable que tenga éxito

sábado, 29 de enero de 2011

La Máscara de Jade.




Las nuevas aventuras de Arsenio Lupin

 La Máscara de Jade.

 Director: Philippe Condroyer.

Actores : François Dunoyer (Arsène Lupin), Charlotte Kady (Patricia), Corinne Touzet (Gloria Wetson), Paul Le Person (le commissaire Ganimard), Franck Capillery (Grognard) Actores: François Dunoyer (Arsene Lupin), Charlotte Kady (Patricia), Corinne Touzet (Wetson Gloria), Paul Le Persona (Ganimard Comisario), Capillery Franck (Growler)

La actriz Gloria Wetson -Charlotte Kady- abandona Berlín con rumbo a París.  Ella debe encontrar a su amante, Eric Villeneuve, también conocido como Arsenio Lupin, en una gala de caridad, la bella mujer lleva un precioso collar que le dio el profesor Ruttman para su hijo.

En París, Arsène Lupin esta tras una máscara de jade que se encuentra en la bóveda de Emile Breton, un magnate de los medios de comunicación, y coleccionista de arte precolombino.

 El collar del profesor Ruttman,  resulta ser falso. Lo suficiente para despertar la curiosidad del ladrón caballero ...

Charlotte Kady

François Dunoyer