sábado, 25 de febrero de 2012

LOS TRES CRÍMENES DE ARSENIO LUPIN




Así pues, era Arsenio Lupin quien dirigía el asunto. Era él quien, desde el fondo de su prisión, ponía en escena la comedia o la tragedia que había sido anunciada en la primera nota. ¡Qué aventura! Había un regocijo general. Con un artista como él, el espectáculo no podía carecer de lo pintoresco y lo imprevisto.

Tres días más tarde podía leerse en el Grand Journal:

El nombre del fiel amigo al que hice alusión me ha sido entregado. Se trata del gran duque Hermann III, príncipe reinante (aunque destronado) del gran ducado de Deux-Ponts-Veldenz, y confidente de Bismarck, de cuya completa amistad gozaba.

Un registro hecho en su domicilio por el conde W., acompañado de una docena de hombres, dio un resultado negativo, pero no por ello quedó menos demostrado que el gran duque estaba en posesión de los documentos.

¿Dónde los escondía? Es una cuestión que probablemente nadie en el mundo sabría resolver en la hora actual.

Yo pido veinticuatro horas de plazo para resolverla.

Firmado:
Arsenio Lupin.

De hecho, veinticuatro horas después apareció la nota prometida.

Las famosas cartas están ocultas en el castillo feudal de Veldenz, capital del gran ducado de Deux-Ponts, castillo en parte devastado en el curso del siglo XIX.

¿En qué lugar exactamente? ¿Y en qué consisten exactamente esas cartas? Tales son los dos problemas que yo estoy entregado a descifrar y cuya solución expondré dentro de cuatro días.



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