sábado, 10 de enero de 2009

Primera publicación: El arresto de Arsenio Lupin

La detención de Arsenio Lupin


Leblanc (1864-1941) publica su primer cuento sobre Arsenio Lupin allá por 1904 cuando Pierre Laffite (director de Je sais Tout) le encarga un cuento para su revista recién fundada. Aceptado el encargo, Leblanc entrega un original titulado El arresto de Arsenio Lupin. A esa primera aventura habrían de seguirle cincuenta aventuras más, que entre cuentos y novelas suman unos veinte volúmenes. Lupin aparecerá ante el lector bajo personalidades diferentes como Horace Volmont, Louis Valmeras, Vizconde Raoul d´Andrézy, etc. Arsenio Lupin parece tener el don de la ubicuidad (curiosamente Fantomas padece del mismo mal), y le ocurre al lector lo mismo que a su enemigo mortal, el inspector de la Suretê, Ganimard: cuando cree haberlo apresado, cambia de personalidad y se le escapa, como el agua entre los dedos.Las hazañas de Lupin siempre tropiezan con una aventura que termina excediendo el objeto mismo por el que comienza, no olvidemos que después de todo es un excéntrico ladrón de guante blanco, pero ladrón al fin que puede vaciar una casa en una noche, cargando todo (pinturas, pieles, joyas y sentido del humor) en una furgoneta, mientras regentea a sus ayudantes salidos del arrabal francés. Pero que arriesga todo por una causa noble, y uno es moderado ya que utilizamos la palabra noble cuando deberíamos utilizar también la palabra “mujer”, ya sea esta de ojos verdes, azules, o la misteriosa madre de uno de sus compinches, manteniéndose fiel a su gallarda estampa, aún so riesgo de perder la vida como le ocurre en El tapón de cristal de 1912.Lupin hizo las últimas recomendaciones a Le Ballu y a Grognard, y dijo riendo:- Nadie puede imaginarse lo que va a divertirme ver la cara de Doubrecq mientras le cortan el cuero cabelludo y le arrancan la piel a tiras. ¡De verdad! Eso bien vale el viaje.Pero ya más avanzada la ficción, el mismo Lupin se confiesa una vez que ha terminado el drama y puede descansar recordando la trabajosa empresa que con éxito llevó adelante: Lupin vaciló unos segundos y luego me dijo sonriendo:- Querido amigo, voy a revelarle un secreto que me va a cubrir de ridículo a sus ojos. Pero ya sabe usted que siempre he sido más sentimental que un colegial y más ingenuo que una pavisosa (inocente, bobalicón). Bueno, pues la noche en que volví a ver a Clarisse Mergy y le anuncié las noticias de la jornada, sentí dos cosas muy profundamente. En primer lugar, que experimentaba por ella un sentimiento mucho más vivo de lo que creía, y después, que ella, por el contrario, experimentaba por mí un sentimiento que no estaba desprovisto de desprecio, de rencor ni incluso de una cierta aversión.- ¡Bah! ¿Y por qué?- ¿Por qué? Porque Clarisse Mergy es una buena mujer honrada y yo no soy más que… Arsenio Lupin.
Pero Lupin es pura energía, exaltación del ideal francés del caballero seductor y aventurero; no es un Robin Hood pero tampoco un criminal asesino como es el caso de Fantomas. Roba, sí, miente, sí, engaña, sí, pero sin derramar una gota de sangre, y es capaz de arriesgarlo todo por una causa que lo valga.
Hay un secreto de verdad oculto tras el pensamiento folletinesco, y es que justamente no oculta su intención, la expone como un sentimiento embriagador, mezcla de trágica condición humana frente a un mundo de penalidades por la causa que entonces lo gobierna, la aventura es su verdadera y única religión. -Christian Busquier-.

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